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Kenia: el primer foco de la nueva Fundación Shein contra el desperdicio textil

Por Alicia Reyes Sarmiento

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Imagen ilustrativa. Isidora Olave, de 20 años, recibe su orden Shein en Santiago el 12 de noviembre de 2024.. Credits: RODRIGO ARANGUA / AFP

Shein, el gigante chino de la moda ultrarrápida, anunciaba esta semana la creación de la Fundación Shein, una entidad sin ánimo de lucro cuyo objetivo, según detalla la empresa en un comunicado oficial, es “promover comunidades más inclusivas y ecosistemas sostenibles”.

Este movimiento centraliza iniciativas previas de la marca, como Shein Cares y el Fondo de Responsabilidad Extendida del Productor (EPR), en una estructura filantrópica que busca formalizar sus esfuerzos sociales y ambientales.

“La creación de la Fundación Shein refuerza nuestro compromiso de empoderar a las comunidades y fomentar un impacto positivo más allá de nuestra actividad comercial”, ha dicho Donald Tang, presidente ejecutivo de Shein, sobre este nuevo proyecto.

Una primera donación significativa

El primer gran paso de la fundación será la donación de 5 millones de dólares a la Fundación Africa Collect Textiles (ACT), una organización con sede en Kenia que lidera un programa piloto de recolección y reciclaje de textiles usados. Este proyecto busca abordar uno de los mayores desafíos del modelo de negocio de Shein: el desperdicio textil.

Los fondos estarán destinados a acciones concretas y localizadas en Kenia, como la instalación de puntos accesibles para recolectar ropa usada, la creación de empleos en comunidades vulnerables –principalmente para mujeres y jóvenes–, y el desarrollo de infraestructura de reciclaje para procesar textiles post-consumo.

Según Elmar Stroomer, director de ACT, este proyecto “no solo contribuye a reducir los residuos textiles, sino que también crea empleos que transforman vidas y promueve un futuro más sostenible y equitativo”, aunque el verdadero cambio aún parece distante.

Aunque estas acciones representan un alivio en la región, se quedan lejos de ser una solución integral que enfrente las consecuencias estructurales del sistema de producción y consumo acelerado que caracteriza a la marca y que afecta significativamente al problema del desperdicio textil a escala mundial.

Compromisos y contradicciones

La Fundación Shein podría representar un avance hacia una mayor responsabilidad social, aunque el reto principal de la empresa es demostrar que este compromiso tiene un impacto tangible y sostenible.

Entre 2021 y 2024, Shein afirma haber destinado más de 26 millones de dólares a iniciativas sociales y ambientales. Esta cifra, aunque relevante, es proporcionalmente modesta en relación con los ingresos de la empresa y el volumen de su producción.

De acuerdo con Financial News, la compañía registró aproximadamente un beneficio neto superior a 2.000 millones de dólares en 2023, marcando un incremento considerable respecto a los 700 millones de 2022 y los 1.100 millones de 2021.

Este crecimiento financiero se produce mientras la empresa prepara una posible salida a bolsa —con una valoración estimada de 66.000 millones de dólares (como se explica en este artículo previo de FashionUnited) — no exenta de polémica.

Informes sobre las condiciones laborales en la cadena de suministro de la empresa han señalado jornadas largas y salarios bajos en las fábricas donde se produce su ropa. Además, el impacto ambiental asociado con su modelo de moda rápida ha generado críticas por parte de organizaciones sociales y ambientales. La compañía también ha enfrentado acusaciones de jóvenes creadores que aseguran haber visto sus diseños reproducidos en la web de Shein.

ENTREVISTA - Shein responde a las acusaciones en su contra (2023)

El camino hacia el cambio real

En este contexto, la creación de la Fundación Shein puede interpretarse como un intento de la compañía por equilibrar su impacto negativo. Sin embargo, el desafío radica en demostrar que estas acciones van más allá de lo simbólico.

Para ser percibida como un verdadero agente de cambio en la industria de la moda, Shein deberá implementar medidas estructurales que aborden sus problemas de raíz, como reducir el volumen de producción y fomentar un modelo más circular, garantizar condiciones laborales dignas en toda su cadena de suministro, y apostar por materiales sostenibles junto con prácticas responsables en todas las etapas del ciclo de vida de sus productos.

Mientras tanto, la Fundación Shein representa un paso en la dirección correcta, pero queda por ver si la empresa está dispuesta a ir más allá de la filantropía para reconfigurar un modelo de negocio que, hasta ahora, ha priorizado la rapidez y el bajo costo por encima de la sostenibilidad y la equidad.

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