Christian Lacroix: así es (y ha sido) la nueva “joya de la corona” de la española Sociedad Textil Lonia
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Madrid – Fundada por el genial modista de Arlés, con el respaldo financiero de Bernard Arnault, en 1987, Christian Lacroix se acaba de convertir en la nueva “joya de la corona” de la compañía española Sociedad Textil Lonia. Una operación de alto valor estratégico, que llega para marcar el último capítulo de la agitada historia por la que ha venido atravesando la histórica casa de modas francesa.
Empezando por sus mismos orígenes, estos innegablemente se mantienen unidos a los del mismo modista Christian Lacroix (Arlés, 1951) que da nombre a la casa de modas, y quien, tras licenciarse en Historia del Arte por la Universidad de Montpellier, se trasladaba en torno al año 1971 hasta París para completar sus estudios con un doctorado en Historia del Arte en la Sorbona sobre la vestimenta en la pintura francesa del siglo XVIII. Una nueva etapa desde la capital francesa, durante la que conocería a Françoise Rosenthiel, con quien contraía matrimonio en 1974, y que trató de mantener encauzada hacia su pretendido futuro profesional como conservador de museo, participando de uno de los programas de estudios de curación y sobre museos impartidos por el Museo del Louvre. Unas lecciones que iban acercándolo hacia su tan ansiada meta profesional… hasta que la moda terminó por cruzarse enteramente en su camino.
Como origen de esta relación íntima de Lacroix hacia con la moda, más allá de su natural inclinación hacia el universo de los patrones, las telas y los figurines, desde un punto de vista profesional, se encontraría el breve periodo de tiempo durante el que el diseñador, durante ya finales de la década de los 70, entró a formar parte brevemente de los equipos de la histórica Hermès. Una etapa prácticamente indocumentada de la que solamente se sobreentiende que sirvió a Lacroix para tomar un primer contacto con la intrincada escena de la industria del lujo francés, permitiéndole acceder de primera mano a todos los primorosos procesos artesanales que caracterizan a las manufacturas de la casa de la herradura. Una Hermès de la que terminaría por saltar hasta la dirección creativa de la casa de modas Jean Patou, en un cargo que terminaría por ostentar con grandísima maestría durante un total de seis años, desde 1981 a 1987.
Fundación en 1987, con el respaldo de Bernard Arnault
Fue precisamente ese genial trabajo que logró firmar al frente de la dirección creativa de la histórica casa de modas francesa, y por el que Lacroix llegaría a recibir el “Dé d'Or de la Mode”, el “Dedal de Oro de la Moda”, en 1986, el que llevó al modista francés a terminar de llamar la atención y despertar el interés de Bernard Arnault; quien tras tomar el control de la quebrada Boussac Saint-Frères —propietaria de Dior— en 1984, y tras entrar como inversor en LVMH tras su fundación, como resultado de la fusión de las compañías Louis Vuitton y Moët Hennessy, en 1987, se mostraba ya completamente decidido a entrar a dominar el que vislumbraba ya como el prometedor universo de la moda y el lujo. Un sector en el que Arnault trató de afianzar sus por entonces ya crecientes influencias, fomentando la fundación de una casa de moda propia capaz de ofrecer una perspectiva más “fresca” y actualizada de la moda francesa, y de no solo completar y diversificar, sino también de insuflar nuevos aires a toda su cartera. Unos propósitos para los que Arnault necesitaba de un modista a la altura, en talento y prestigio, para lo que Lacroix se presentaba como el candidato perfecto.
Como resultado de esa estrategia de inversión, Arnault tentó a Lacroix con el sueño de todo modista, en lo que llevaría finalmente a la fundación en 1987 de la casa de modas Christian Lacroix. Un proyecto común que lograba dar respuesta a las ambiciones de los tres principales socios que participaron de la fundación y de la puesta en marcha de la casa de modas: Bernard Arnault, socio inversor; Jean-Jacques Picart, socio fundador, amigo de Lacroix y quien se mantendría como responsable del departamento de comunicación y marketing de la firma hasta 1999; y Christian Lacroix, fundador y modista que se mantendría al frente del departamento creativo de la marca, desde su fundación y hasta su salida en el año 2009.
Tras su puesta en marcha, el éxito de la casa Christian Lacroix fue inmediato, con unas colecciones coloridas, atrevidas y deslumbrantes que lograban acaparar la atención de las principales voces influyentes de la industria de la moda de la época. Un éxito en el que influyeron nuevamente las tres aportaciones que cada uno de los socios fundadores lograba aportar a la firma con su asociación, con los recursos económicos facilitados por Arnault, la gestión y los contactos con el mundo de la moda con los que contaba Picart y el talento creativo del mismo Lacroix, y que el modista volcaba en la producción de sus colecciones tanto de Alta Costura como de prêt-à-porter. Un creciente éxito, e influencia, en el universo de la moda, que alcanza su primer hito llevando en 1988 la primera colección de prêt-à-porter de la casa Christian Lacroix a una portada doblemente histórica de la revista Vogue: el primer número, de noviembre de 1988, publicado bajo la dirección de Anna Wintour.
A partir de ahí, y en un fiel reflejo tanto del desbordante imaginario creativo de Lacroix, como de la visión empresarial y comercial de Arnault, la casa Christian Lacroix no cesó de revitalizar y diversificar su oferta y catálogo, con el lanzamiento en 1989 de toda clase de colecciones de complementos, entre joyas, alta bisutería, bolsos, gafas o corbatas. Una expansión de su oferta que se llevaba a cabo al tiempo que empezaba a desarrollar una red comercial propia, con aperturas en Londres, Ginebra o Japón. Un crecimiento que continuaría durante las siguientes décadas, al tiempo que la firma seguía diversificándose y explotando todo su potencial, consolidando al tiempo a Lacroix como uno de los creativos más prolíficos del siglo XX, con toda clase de colecciones, ya no solamente de moda de prêt-à-porter y de Alta Costura y de complementos, sino de hogar, con el lanzamiento en torno a 1995 de una línea propia que fue creciendo dentro del ámbito de la decoración. Unas décadas en las que el modista sigue gozando de una posición central y de referencia dentro del universo de la moda, como director creativo al frente de su casa de modas homónima, que se materializó en nuevos capítulos igualmente ya históricos como su participación en la película de culto —denostada por la crítica— “Prêt-à-Porter” (1994) de Robert Altman, junto a figuras como Jean-Paul Gaultier y Claude Montana en una cinta coral protagonizada por Julia Roberts, Marcello Mastroiani o Sophia Loren; y en su papel como responsable del vestido de novia de la actriz Catherine Zeta-Jones.Venta a Falic en 2005
Con la llegada de la década de los 2000, la suerte del diseñador y de su casa de modas, coincidiendo además con la salida de Jean-Jacques Picart de la dirección del departamento de comunicación y marketing, termina no obstante cambiando de lado, firmando un ejercicio tras otro ejercicio con unos desempeños económicos que resultan del todo insuficientes a ojos de Arnault. Unos rendimientos que se entienden que son la causa del giro estratégico que el empresario francés se decide a tratar de imprimirle para entonces a la casa de modas, origen del desacuerdo que termina enfrentando a Lacroix con Arnault. Unas diferencias que terminan dando paso a la decisión de Arnault de proceder a vender en enero de 2005 la casa Christian Lacroix a la compañía estadounidense especializada en fragancias Falic Fashion Group, momento en el que terminan por tensarse del todo las relaciones entre un Arnault y un Lacroix que terminaba de romper todos sus vínculos profesionales con el empresario y con LVMH, compañía en torno a la que Arnault había terminado de concentrar sus inversiones en moda tras la toma del control del holding en 1989, a finales de ese mismo año de 2005, tras cesar como director creativo de la casa Pucci, adquirida por LVMH en el año 2000.
Siguiendo con el curso de los acontecimientos que terminaron por sucederse a lo largo de se agitado ejercicio de 2005, hace ahora justamente dos décadas, durante un mes de enero tal como este con el que acabamos de estrenar 2025, desde LVMH confirmaban que habían procedido a acordar la venta de la casa Christian Lacroix al grupo estadounidense Falic, enmarcando la operación —por un importe que no quiso revelarse— dentro del plan estratégico de inversiones que desde LVMH se habían decidido a implementar, con la intención de redirigir todos sus esfuerzos hacia aquellas marcas con por entonces mayor potencial de crecimiento, como Louis Vuitton y Christian Dior. Las a día de hoy todavía principales casas en cartera de LVMH, y sobre las que se habían decidido a enfocarse después de en los meses previos haber procedido también a acordar la venta, entre otras estrategias de desinversión, también a Falic de sus marcas cosméticas Hardy Candy y Urban Decay. Una operación que abría el proceso de distanciamiento entre Lacroix y Arnault, que se completaba tras el anuncio, de manera repentina, aunque no y ni mucho menos insospechada, de que Lacroix cesaba en la dirección creativa de Pucci —cargo que venía ostentando desde julio de 2002—, comunicado tras la presentación en septiembre de 2005 de la colección de Pucci para la temporada Primavera/Verano de 2006, durante la Semana de la Moda de Milán.
Salida de Christian Lacroix y entrada de Sacha Walckhoff como director creativo
Desde su venta a Falic, una subsidiaria de la compañía Duty Free Americas, lejos de revitalizarse y de vivir una nueva época dorada, Christian Lacroix, casa de modas, se ha mantenido languideciendo y en un marcado segundo plano de influencia dentro del mundo de la moda, sobre todo a partir de la salida en junio de 2009 de Christian Lacroix de la dirección creativa de su casa de modas. Una salida que llegó precedida de la declaración de quiebra en la que terminó por verse sumida la célebre “maison”, y que condujo a que en diciembre de 2009 se terminase de presentar un plan de rescate y relanzamiento para la firma, desde el que sus propietarios, Falic, con el visto bueno de los tribunales franceses, acordasen el cierre de todos sus departamentos de moda y de Alta Costura, y el despido de la práctica totalidad de los cerca de 120 empleados de la casa, que pasaba entonces a contar con únicamente una decena de trabajadores.
Reducida como resultado a un cascarón vacío, en cuanto a moda, con operaciones únicamente establecidas para los subsectores de los complementos y de la perfumería, Christian Lacroix cerraba 2009 y arrancaba 2010 dando la bienvenida a Sacha Walckhoff, mano derecha de Christian Lacroix desde 1992, como su nuevo director creativo. Un cargo para el que entonces se le encomendó la compleja tarea de relanzar la casa de modas ejerciendo de director creativo de las líneas, operadas a través de la concesión de licencias, de ropa de hombre, gafas, papelería y textiles para el hogar, asentando con ello los cimientos de un paulatino renacer de la casa de modas. Etiqueta que volvía a emprender operaciones en moda mujer, aunque no en Alta Costura, con el relanzamiento de la línea de mujer de colecciones de prêt-à-porter, bajo la marca “Maison Christian Lacroix”, en 2011. Casualmente, aunque puede que no tanto, el mismo año en el que Lacroix, diseñador, iniciaba su prolífica colaboración con la española Desigual, sin poder recurrir a emplear su nombre, legalmente vinculado al de la casa de modas de la que salía en 2009. Un relanzamiento tras el que, bajo la dirección de Walckhoff, Christian Lacroix ha logrado volver a recuperar buena parte de su aura, contando a día de hoy con una oferta nuevamente completamente diversificada, que se comercializa a través de más de 5 500 puntos de venta, repartidos por todas las partes del mundo.
Nueva etapa, como tercera marca comercial de Sociedad Textil Lonia
Sobre este callado desempeño, desde el que a pesar de su histórico y del atractivo con el que Walckhoff ha tratado de seguir defendiendo el leguaje creativo del fundador de la firma, Christian Lacroix no ha vuelto a contar con el peso con el que llegó a contar en el pasado dentro de la industria de la moda, el sector convulsionaba este martes tras el anuncio de la adquisición de la firma por parte de la compañía española Sociedad Textil Lonia (STL). Compañía fundada en Ourense en 1997, propietaria de la firma española Purificación García, lanzada al mercado en 1998, y del desarrollo de la línea de prêt-à-porter de Carolina Herrera, CH Carolina Herrera. Una etiqueta que STL ponía en marcha en el año 2000 tras el acuerdo alcanzado con la compañía Carolina Herrera, origen de la alianza que culminaba en el año 2014 con la entrada en el capital de STL del grupo Puig, empresa que es propietaria del 100 por cien de la marca Carolina Herrera desde el año 1995, así como del 25 por ciento de STL desde ese acuerdo formalizado en 2014.
Justamente a raíz de estas relaciones y vinculaciones empresariales entre STL y Puig, se percibe que el acuerdo de adquisición de Christian Lacroix por parte de la compañía gallega pueda terminar de afectar de manera igualmente positiva para la multinacional española de la belleza, de haberse acordado como parte de la operación de adquisición de la compañía francesa también la venta, no solo de sus negocios de moda, sino del resto de los derechos y de la propiedad de las demás líneas de negocio de Christian Lacroix. Una cuestión que no se especifica, aunque sí que se concreta por parte de STL que la compra se ha llevado a cabo por el 100 por cien de la casa Christian Lacroix, lo que implicaría también la adquisición de los derechos para sus operaciones dentro de los segmentos de la perfumería y de la cosmética. Operaciones estas que, a expensas de lo que pudieran contemplar otros acuerdos en vigor, de ser como se percibe, es de confiar que desde STL terminen dejando en manos de Puig, para lo que en cualquier caso habrá que esperar a que se emita alguna clase de comunicado especial al respecto, y desde lo que sin ninguna duda terminaría de suponer una gran noticia para la compañía española de la belleza, que en cualquier caso, y a través de su participación en STL, ha pasado también a controlar, en su proporcional 25 por ciento, la casa Christian Lacroix.
“Nos emociona anunciar que la icónica Maison francesa Christian Lacroix se suma a STL”, después de que la compañía haya “llegad a un acuerdo para adquirir el 100 por cien de Christian Lacroix, la reconocida Maison francesa fundada en 1987, en una transacción privada”, declaraban desde la compañía española a través de un comunicado oficial. Contando con una herencia desde la que se da muestras de cómo “Christian Lacroix entiende la costura como emoción y belleza, exuberancia e imaginación”, las “creaciones de Lacroix, nacido en Arles, encarnan en combinaciones espectaculares sus raíces provenzales, su pasión por la cultura española, y su fascinación por el arte y el ‘savoir-faire’”, siendo estas “una constante en todo su trabajo, que se refleja a través de una refinada capacidad de mezclar diferentes culturas y el amor por la artesanía, la teatralidad y la Alta Costura”.
Partiendo de este legado, y sin entrar, al menos por el momento, a adelantar nada sobre los planes que mantienen en perspectiva para el desarrollo de la firma, “al adquirir la Maison Christian Lacroix, con su enorme riqueza de archivos e historia de la Alta Costura francesa, STL amplía su grupo de marcas reforzando su presencia internacional en el mundo de la alta moda”. “Nos ilusiona enormemente incorporar el legado y la imaginación sin límites” de la que es garante “la Maison Lacroix a nuestro proyecto empresarial”, advierten, para ya concluir señalando a que “daremos lo mejor de nosotros para que el talento único de su creador y su invaluable aportación al mundo de la moda alcancen todo su potencial”.