En profundidad: los trabajadores en los países de suministro
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En el incendio de la fábrica de ropa Ali Enterprises en Karachi, Pakistán, el 11 de Septiembre 2012 murieron 315 trabajadores y hubo 250 heridos. El derrumbe del edificio Rana Plaza en Daca, Bangladesh, que albergaba cinco fábricas de
vestimenta, costó la vida a 1.127 trabajadores y causó heridas a más de 2.500. Defectos estructurales y la violación de las normas para la construcción y la seguridad fueron las causas de los desastres. ¿Pero qué es lo que hace que los trabajadores ocupen puestos de trabajo en edificios inseguros y en malas condiciones? En esta entrega de nuestra serie de suministro en la moda, observamos con detalle las condiciones de los trabajadores de la confección en Pakistán y Bangladesh.“Hemos visto a cientos de trabajadores hacinados en talleres clandestinos. Era imposible escapar al ruido ensordecedor de las máquinas de coser. Muchos parecían ser más jóvenes de 18 años, la edad legal para trabajar”, describe un testigo ocular en el informe “Tras los muros de las fábricas de ropa de Bangladesh” que filmaron los periodistas de ITV en Mayo de este año.
Encontrar trabajadores disponibles no es un problema
A pesar de las condiciones y los salarios más bajos del mundo, la industria de la confección emplea a millones de personas en los países de suministro como Pakistán, Bangladesh, India, China, Camboya, Indonesia y otros. Entender la motivación de los trabajadores, significa entender las consecuencias de no aceptar estos puestos de trabajo.
Especialmente para las mujeres -y la mayoría de los trabajadores de la confección en los países de abastecimiento lo son-, un trabajo en una fábrica de ropa significa una mejora de sus condiciones de vida. Cualquier profesión, cualquier cantidad de dinero que ingresa en sus hogares es mejor que nada, y ayuda a retrasar o evitar cosas como casarse demasiado pronto, tener hijos cuando se es casi una niña, estar a merced de un marido que puede -o no- golpearla, y estar en riesgo de ser acosada, o abusada sexualmente.
Trabajar para una empresa que exporta o incluso produce para una marca internacional puede ser también una cuestión de prestigio, un elemento que ayuda a mejorar la posición social de una persona. No importa que los trabajadores no puedan adquirir las prendas que producen.
El miedo al robo, por encima del miedo a un incendio
Para un occidental debe ser realmente extraño leer sobre fábricas con ventanas enrejadas que parecen prisiones. Cabe señalar que en lugar de alarmas antirrobo o similares, los propietarios de residencias y comercios en el sur de Asia prefieren un método más barato y de bajo mantenimiento a pruebas de hurto: poner rejas. Esto también tiene la ventaja adicional de evitar que los niños se caigan por la ventana, un riesgo que no se debe subestimar en los países cálidos donde las ventanas suelen estar abiertas de par en par en todo momento.
Aunque sin duda es una situación peligrosa en caso de incendio, impera el temor a los robos y los atracos. Por lo tanto, a los trabajadores de las fábricas de Ali Enterprises y Rana Plaza no les habría llamado la atención encontrarse con las ventanas enrejadas. Tampoco a los dueños de las fábricas que intentan evitar que sus empleados roben prendas costosas. En vista de las recientes tragedias, se pide un replanteamiento de esta práctica, sobre todo en lugares con poca ventilación, cableado antiguo y defectuoso y un montón de material inflamable.
Los trabajadores esperan un futuro mejor
El documental alemán “Tod in der Fabrik: der Preis für billige Kleidung” (Muerte en la fábrica: el precio de la ropa barata), que se estrenó el 6 de Diciembre de 2012, en el canal de televisión Das Erste, mostraba al periodista Christoph Lütgert haciendo investigaciones in situ en Karachi y hablando con las familias de las víctimas. Ellos arrojaron algo de luz sobre las aspiraciones y las condiciones de los trabajadores.
Sajid Hussain, un trabajador de Ali Enterprises, confirmó la situación del miedo al robo frente a la seguridad. “Había una salida de emergencia, pero siempre estaba cerrada porque el jefe tenía miedo que le roben”, dijo. Sajid cose las mitades de mil vaqueros al día por un sueldo de 70 euros al mes. En día del incendio no estaba de turno, pero su hermano más joven, de sólo 22 años, no tuvo tanta suerte y murió entre las llamas.
La familia Ali, en Baldia Town, la parte occidental de Karachi, perdió a su hijo Ayaz Ali a los 22-años de edad, a sus cuatro hermanas de 17, 19, 20 y 25 años, junto con su tía, en el incendio de Ali Enterprises. Los seis miembros mantenían a todo el resto de la familia, y ahora, no saben cómo hacer para llegar a fin de mes.
Con 23 años de edad, Azim Ali es el único hijo que les queda a Azmat y Rehana Ali. Visto en retrospectiva, era imprudente que todos sus hijos trabajasen en la misma fábrica, pero en ese momento, pareció una buena idea: a pesar de las malas condiciones, el empleo era estable y ofrecía una perspectiva sobre todo a las mujeres jóvenes de la familia. Parecía el camino hacia el futuro mejor sin pobreza que anhelaba la familia.
Contentos a pesar de las malas condiciones
El equipo de reporteros de ITV enviado en Mayo pasado a un barrio pobre de Daca se encontró con situaciones similares. A pesar que las condiciones “pueden ser terribles”, con viviendas destartaladas, sin agua corriente y sufriendo inundaciones durante la temporada de lluvias, a los trabajadores les gusta sus vidas y sus trabajos.Tomemos el caso de Khalida de12 años de edad. A diferencia de los niños de la familia Ali, ella nunca tuvo un hogar con comida caliente, agua corriente ni la seguridad de una estructura familiar. Sin embargo, como le dijo a los reporteros de ITV, le gustaba su nueva vida y su trabajo. Como tantos otros niños de entornos rurales, dejó a sus padres en busca de empleo, soñando con un futuro mejor en la gran ciudad, y eso llegó en forma de un trabajo en la industria de la confección que le paga 29 euros al mes. Ahora, Khalida tiene miedo, porque se dio cuenta de las grietas que hay en la pared de la fábrica. Y pesar de que el jefe se comprometió a repararlas, el miedo permanece.
Las historias de los empleados de las fábricas han demostrado que pese a las malas condiciones, un trabajo en la industria de la vestimenta es codiciado, ya que significa una cierta independencia económica y personal, una posición social y una esperanza para el futuro. En nuestra entrega anterior “Realidad o ficción: el suministro responsable de Bangladesh” hemos visto que las fábricas seguras con salarios justos y beneficios como la cobertura médica y el cuidado de los niños, no son un mito, y que es cuestión de que los trabajadores, los compradores y los proveedores lo exijan como estándar, en lugar de sólo desearlo. Estén atentos a nuestra próxima entrega el jueves 22 de Agosto y no olviden de enviar sus ideas y comentarios a news@fashionunited.com.
(Texto: Simone Preuss ) (Traducción: Daniela Santos ) Foto: (de arriba abajo): Trabajadores en TEB una fábrica con responsabilidad social en Bangladesh/Dinana; el derrumbe del edificio Rana Plaza building/; el comedor en TEB donde se ofrecen tres comidas calientes al día / Dinana