Realistas y soñadores compiten en la Alta Costura de París

La Alta Costura, con su extravagancia ostentosa y su aura de exclusividad, a veces provoca desdén, especialmente en un contexto donde el trabajo del diseñador parece desconectado de la realidad de la mayoría. Lo que se presenta en las Semanas de la Alta Costura, con su desfile lleno de celebridades que inundan las redes sociales, a menudo da la sensación de ser un espectáculo vacío. Es fácil olvidar que las prendas, tan elaboradas y que requieren cientos de horas de trabajo, están destinadas a un grupo selecto de clientes adinerados.

Mientras que los pocos afortunados que pueden permitirse dichos vestidos de cinco cifras esperan ser seducidos por lo que ven en la pasarela y terminar vistiendo las creaciones, al resto del mundo se le invita a soñar, y esta temporada algunos diseñadores se han atrevido a soñar a lo grande.

Realidades y sueños arraigados en los archivos

En Dior, su directora creativa Maria Grazia Chiuri logró un equilibrio entre los dos extremos de la temporada, no exactamente soñando pero tampoco totalmente arraigada en la versión de realidad de la mayoría de las personas. Para aquellos que asocian la Alta Costura con una mentalidad de "cuanto más, mejor", la colección podría haber quedado un poco corta, pero las buenas cosas llegan a quienes saben esperar. Esto no quiere decir que la primera mitad de la colección de Alta Costura de Dior, que vio a la diseñadora explorar tanto el algodón liso como la tela de moiré, fuera la menos decepcionante, pero había un sentido de contención que es más que un poco inusual para la Alta Costura, incluso cuando se trata de una reinterpretación del vestido La Cigale de Christian Dior de 1952.

Pierpaolo Piccioli recuperó el espíritu original de la Alta Costura con su colección primavera 2024, titulada "Le Salon". En este desfile, las modelos desfilaron por habitaciones con una sola fila de asientos, evocando la elegancia de los desfiles de Alta Costura del pasado. Piccioli mostró una versión más contenida de su estilo característico, aunque en el mundo de Valentino, esto aún implica una profusión de volumen y color. En esta ocasión, los tonos predominantes fueron el azul agua, azul ártico, gris claro, verde pastel y chartreuse, relegando el icónico rosa PP y el rojo Valentino a un segundo plano.

La colección presentó una integración mesurada de prendas diurnas, como el anorak, que se combinaron con elementos propios de la Alta Costura, destacando la yuxtaposición con faldas de gran volumen y una estética casi irreal. Aunque la pasarela ofreció muchas novedades y una visión sin esfuerzo de la alta costura que resultó muy atractiva, en comparación con otros diseñadores de Alta Costura y sus propias creaciones previas, la colección se mantuvo arraigada en la realidad.

Si bien la Alta Costura no es el terreno habitual de Simone Rocha, incursionó en este ámbito como invitada de Jean Paul Gaultier. La creativa dio forma para la marca a un diálogo que fusiona su peculiar y sensual visión de la infancia con el legado de Gaultier. En el proceso, reformuló elementos emblemáticos como el sujetador cónico y la camiseta marinera. Aunque la presencia de Kylie Jenner, luciendo una pieza de la colección en primera fila, pudo haber acaparado la atención en las redes sociales, un examen más detenido de la colección revela un atractivo igualmente, o incluso más, cautivador.

Cada elemento distintivo del estilo característico de Jean Paul Gaultier se manifestó plenamente en el desfile: los icónicos conos se transformaron en rosas espinosas, las camisetas a rayas se embellecieron con lazos, y varias capas de tul y satén se combinaron de manera hábil para tanto ocultar como revelar la figura de las modelos. El debut en Alta Costura de Rocha se sintió, en muchos aspectos, como un sueño febril de la infancia, donde su inocencia, su furia y su poder se entrelazaban cuidadosamente, como si estuvieran atados con un lazo.

En algún lugar entre el sueño febril, la pesadilla y el genio creativo estaba el bebé-alien de la Alta Costura que se convirtió en la sensación de este año en Schiaparelli. Por supuesto, no sería un espectáculo de Schiaparelli si el director creativo Daniel Roseberry no sacara de su sombrero el momento de moda viral más nuevo como un sombrerero loco. Aunque la propuesta de este año fue un poco más recatada que la cabeza de león hiperrealista de temporadas pasadas.

Parcialmente inspirado en sus raíces americanas, en la fundadora de la marca Elsa Schiaparelli y su tío Giovanni, y en la película Alien de Ridley Scott de 1979, Roseberry creó una colección que fue una mezcla surrealista de marcianos, vaqueros y, una vez que todas las distracciones se descartaron por un momento, vestidos y prendas de gala casi austeras pero ciertamente lujosas y con un atractivo futurista, similares a los presentados por Kim Jones en Fendi. Jones atribuyó al exdiseñador de Fendi Karl Lagerfeld como la fuente de inspiración para su visión futurista de la alta costura que se centraba principalmente en la simplicidad, la geometría orgánica y la precisión técnica.

La precisión técnica, o más bien la perfección técnica, se vio en Alaïa. Técnicamente mostrándose fuera del calendario, como es la norma para la marca y su director creativo Pieter Mulier, la colección Primavera/Otoño 2024 no estaba destinada a ser una colección de Alta Costura y aún así se convirtió en una clase magistral de alta costura usable. La colección y su punto de partida, un solo hilo de lana merino y la idea de un círculo, se transformaron en prendas con texturas triunfantes y formas imposibles que no obstante transmitían simplicidad y atractivo sexual, todo mientras planteaban la pregunta de cómo algunas prendas podrían caer sobre la figura de las modelos de esa manera. La respuesta, en el caso de un vestido formado en espiral en blanco y negro que se asemejaba a una pulsera de snap, fue un tipo especial de impresión en 3D.

Un retorno a la forma para el soñador caído de la moda

Una pregunta mucho más difícil, y quizás imposible de responder, viene con la figura de John Galliano en Maison Margiela. Galliano ha salido hace mucho tiempo de las sombras del fundador de la casa, Martin Margiela, y su colección de alta costura primavera 2024 demostró su singular voz creativa. La voz que lo convirtió en uno de los diseñadores más elogiados en los años 90 y una voz que, para la mayor parte del mundo de la moda, aparentemente habla más fuerte que cualquier malentendido pasado. Para su última colección Margiela, el diseñador británico invitó a los invitados a un sótano debajo del puente Pont Alexandre III, creando la ilusión de un club nocturno en decadencia y con eso, antes de que empezara el espectáculo, evocando recuerdos de sus días de gloria en Dior. Días que a menudo todavía se mencionan en escuelas de moda y en tableros de inspiración por igual.

No hacía falta echar un vistazo a la colección para entender que Galliano estaba desenterrando lo que alguna vez estuvo en el corazón de su teatro de la moda. Donde la pasarela había sido su escenario y las modelos, sus actores, daban vida a sus visiones románticas, eróticas y a menudo históricas. La colección en sí misma fue magistral: desde corsés extremos que modificaban y cambiaban el cuerpo hasta delicados vestidos de encaje que rozaban el límite entre lo erótico y lo inocente, y, quizás lo más importante, por primera vez desde que asumió el timón en Margiela en 2014, no mostró absolutamente ninguna restricción. Galliano presentó moda con una de las colecciones más conceptuales e indudablemente más emocionales de la Alta Costura, o como las llama Margiela, colecciones artesanales, de la última década. Para el "enfant terrible" más infame, complicado y aparentemente perdonado de la moda, fue un retorno a la forma mientras presentaba una colección que soñaba en grande y que seguramente inspirará a otros a seguir su ejemplo.

Este artículo fue publicado originalmente en FashionUnited.DE, y posteriormente traducido del alemán al español y editado.