Una milenaria técnica de teñido brilla como protagonista de esta colección
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Desde tiempos prehispánicos la cochinilla, un insecto del nopal, ha sido utilizada para teñir textiles. El uso de este insecto genera un pigmento rojo intenso que puede crear una paleta con una amplia gama de rojos, rosas, naranjas y púrpuras.
Esta técnica milenaria se retoma cada vez más como una alternativa natural a los tintes sintéticos, y prueba de ello es la colección más reciente de René Orozco. “Hecho en México” es el nombre de esta colección que pertenece a una trilogía cromática de la marca de moda mexicana.
En 2023 y 2024 se presentaron colecciones utilizando el azul del jiquilite y el amarillo del cempasúchil en Brasil Eco Fashion Week. Ahora, la tercera entrega presenta la grana cochinilla, la cual se dio a conocer en Fashion Week México.
El colorante, ácido carmínico, se extrae del insecto y tiñe los textiles con tonos brillantes y llamativos, que pueden ir desde un rosa pastel, hasta un carmesí intenso. Así fue como el diseñador jugó con la colección, llevándola de tonos más suaves a otros más saturados.
La intensificación del color es la protagonista, por lo que varios de los looks se presentan en conjuntos blancos monocromáticos fabricados en textiles ligeros y vaporosos.
El blanco poco a poco le cede su lugar al rosa. Esta transformación incluso se presenta en las prendes con un blusón largo creado con la técnica de degradación de color. La prenda comienza en color blanco y poco a poco le da la bienvenida al color rosa en la parte inferior.
Así, se muestran looks tanto para hombre como para mujer que combinan blanco y rosa.
También hay looks completos en color rosa, mismo que evoluciona dentro de la colección.
Algunas prendas se presentan con un rosa más intenso, incluso un rosa chicle. Parte de la colección entonces transiciona a otra versiones de color que se obtienen con esta técnica artesanal, como el morado, el salmón y un rojo anaranjado.
Además de los colores que vienen de la cochinilla, en la colección se combinó el rosa con verde musgo. El uso de este tono complementario se utilizó sobre todo en chamarras y gabardinas.
Además, el rosa se combinó con el negro. El negro, así que como fue con el blanco, también se presentó en looks completos.
Las prendas transmiten una elegancia contemporánea y ligera. La técnica y algunos de los estilos refuerzan un mensaje de identidad mexicana que se sustenta en la herencia del país, pero con un look urbano.
Chamarras oversize, jumpsuits, gabardinas ligeras y blusas tipo halter combinan esa dualidad.
Las telas, rugosas y livianas, como lino y algodón dieron vida a vestidos amplios de caída suelta y de largo a ras de piso. Pantalones, shorts, faldas y blusas holgadas predominaron entre los looks formando figuras cómodas y frescas.
Aunque en su mayoría las piezas son lisas, siendo el color el foco de atención, en algunos de los diseños, especialmente en blusas, la marca juega con detalles adicionales como un cuello alto con pliegues, moños y botones sobresalientes.